Hoy nadie cuestiona que el cine es un medio de comunicación social de primera magnitud. Tampoco su repercusión e influencia. Quizás sea porque el cine, además de servir como entretenimiento y evasión, permite adentrarse en el estudio de los comportamientos sociales.
A través del contacto intelectual con la trama, el público se identifica con los personajes o los detesta; comprende sus acciones o las repudia. Los sentimientos se remueven en el interior del espectador. Puede ponerse en la piel de los personajes, preguntarse el porqué de sus actos y «juzgarlos». La urdimbre del guion cinematográfico encauza la empatía y la aceptación tanto como el rechazo y la censura de valores, ideas, pensamientos, prejuicios, actitudes, normas
Los estereotipos y mitos se refuerzan o diluyen. Es así como el cine contribuye a que el espectador llegue a formar opinión en torno a sucesos pasados, presentes y futuros. De esta manera, se convierte en un instrumento pedagógico idóneo, que forma e informa con habilidad distendida y lúdica.
Esta es la perspectiva que aquí nos interesa: su vocación didáctica. Más en concreto, la que concierne a la divulgación del sistema judicial y sus vericuetos. Derecho y cine son elementos en simbiosis desde hace décadas. No por casualidad, el movimiento conocido como Law and Cinema se consolidó en los años 90 del pasado siglo XX; momento en el que los estudios de Derecho y Cine comenzaron a cobrar cierto arraigo en las universidades norteamericanas. También las universidades españolas reaccionaron, sobre todo a partir del año 2000, impartiendo asignaturas, seminarios, ciclos jurídicos y otras actividades sobre el derecho y el cine (Oviedo, A Coruña, Autónoma de Barcelona, Sevilla, Murcia, Valencia y Navarra, entre otras).
Esta trilogía, sin embargo, va dirigida al gran público; no solo, ni primordialmente, a los operadores jurídicos. Propone un viaje para amantes del cine por el parque de atracciones de la Justicia. La obra está elaborada por jueces, abogados y periodistas que se han dado cita para explicar, cada cual desde su perspectiva profesional, aspectos diversos de nuestro sistema judicial a través de la trama de una película. Desde la tiránica justicia populista hasta el control político de las altas magistraturas, pasando por el fiscal investigador o la carrera profesional de los jueces, son algunos de los temas que atraparán al viajero cinéfilo.