«Mi madre solía decir que la vida empieza a los cuarenta Yo digo que la vida empieza a los cincuenta y cinco, la edad en la que publiqué mi primer libro.» Son palabras de Freeman Dyson en el prólogo de este libro. No obstante, en este mismo prólogo el lector descubre, entre muchas otras cosas, que de hecho ya a los nueve años había escrito su primer texto, o sea, mucho antes de que soñara siquiera con convertirse en el importantísimo científico que es hoy en día. La vocación de esta colección, Metatemas, es como bien saben ya sus seguidores, ver el mundo que nos rodea a través de los ojos de grandes pensadores de la ciencia. En este caso se trata de algo más, porque, tras la mirada de Dyson, desde la infancia hasta la madurez, desde Eros, dios de la pasión juvenil, hasta Gaia, diosa-madre del planeta Tierra, hay una mente abierta a cualquier enfoque y a cualquier método (arte, ciencia, tecnología, convivencia y felicidad humanas, política, etc.). Es una mente apasionada por la naturaleza y por el conocimiento humano. Puede decirse literalmente que Dyson, en De Eros a Gaia, un libro lleno de inteligencia, y, por lo tanto, lleno también de humor e imaginación, abre ventanas para que circule el aire fresco entre los expertos y el ciudadano de a pie. En efecto, consigue que los científicos, desde dentro del templo de la ciencia, miren hacia fuera, y que el ciudadano, que está fuera del templo, se asome a su interior.