"John Mortonson estaba muerto: sus líneas de la tragedia El hombre todas habían sido dichas, y había dejado la escena.El cuerpo reposaba en un fino ataúd de caoba, provisto de una placa de cristal. Todos los arreglos del funeral habían sido tan bien cuidados que, si el difunto lo hubiera sabido, sin dudas los hubiera aprobado. El rostro, como se mostraba bajo el cristal, no era desagradable al mirarlo: portaba una sonrisa tenue, y como la muerte no había sido dolorosa, no había sido distorsionado más allá del poder reparador del empresario. A las dos de la tarde en punto, los amigos estaban en asamblea para rendir su último tributo de respeto a uno, que no tuvo ni una remota necesidad de amigos ni de respeto. Los miembros de la familia que lo sobrevivían, iban a la caja severos cada unos pocos minutos, y lloraban sobre los rasgos plácidos debajo del cristal."Ambrose Bierce