Homer T. Crawford es un auténtico animal político. Nadie en el circo público se maneja como él. Nadie le gana a astucia ni a elocuencia, y nadie entiende a las masas como él las entiende. Es número uno en popularidad, número uno en contactos, número uno en favores. Número uno también en corrupción, demagogia y escándalos privados. Pero nada de esto parece suponer un obstáculo para las ambiciones políticas de este hijo predilecto de Oklahoma. Con la ayuda de un asesor de campaña que está sobrio muy de vez en cuando, Crawford consigue el cargo de senador y pronto aspirará a la presidencia de Estados Unidos.