Escrita en 1795, La filosofía en el tocador es una de las obras más significativas del marqués de Sade. Con el relato minucioso, casi científico, de las peripecias de Eugenia, una adolescente de quince años iniciada en los rituales del sexo por tres preceptores que desconocen -o quieren ignorar- los límites entre el bien y el mal, Sade franquea una vez más la barrera de todo precepto moral, de ayer y de hoy, introduciéndose a sí mismo -y de paso introduciéndonos a nosotros- en los abismos de los fantasmas y las fantasías sexuales que todos incubamos, con mayor o menor intensidad, en lo más recóndito de nuestro inconsciente. A finales del siglo XVIII era costumbre publicar y leer lo que hoy se ha dado en llamar «la novela libertina». Sade transgrede por completo este género ligero y alegre, pues su enorme curiosidad por «los infiernos del alma» del ser humano le conducen a penetrar siempre más en las profundidades del deseo sexual dejándolo fluir sin reparos, sucumbiendo a él y arrastrándonos en su insaciable investigación del placer y del goce. Es en este sentido precisamente en el que la obra erótica de Sade pasa a ser algo más que pura narración ; es no sólo una introspección en el mundo de lo incontrolable, mucho antes que la aparición del psicoanálisis, sino también un auténtico tratado sobre las múltiples caras de la moral en un período histórico de grandes conmociones, en el que los valores establecidos perdían su razón de ser. No es de extrañar que, periódicamente, la obra del «divino marqués» cobre renovado interés