Desde tiempos remotos, los Fuertes de Pern protegían a sus habitantes de las Hebras, las cintas plateadas que caían del cielo y asolaban la tierra. A cambio del refugio que les proporcionaban, la gente pagaba diezmos a los Señores de los Fuertes, los cuales sostenían a los Weyrs, donde moraban los dragones, que eran el arma más eficaz contra ellas. Pero no todos formaban parte de este sistema. Algunos habían sido expulsados como castigo por cometer un delito, y otros, como el clan de vendedores ambulantes al que pertenecía Jayge, preferían la libertad de los caminos a la seguridad de una fortaleza. Entonces, de las filas de los delincuentes y desposeídos surgió una banda de renegados liderada por Lady Thella, la hermana rebelde del Señor de Telgar. El lector vuelve a encontrarse con personajes que ya conoce, como Jaxom, Señor del Fuerte de Ruatha, y Ruth, su dragón blanco.