Violeta Friedman, de familia judía, su vida estuvo marcada, como la de millones de personas, por la trágica experiencia de los campos de exterminio alemanes. A los catorce años fue deportada al tristemente conocido campo de Auschwitz, del que tuvo suerte de poder salir con vida. Su dedicación cada vez más intensa a la lucha contra el olvido y una brillante defensa del derecho a la dignidad en un juicio contra el nazi León Degrelle, la llevaron a escribir estas memorias.