Palmira, oriunda de Guatemala, mujer de impresionante belleza e incalculable fortuna, casada con un marido bueno y honrado, madre de tres hijos intachables y poseedora de todo cuanto una mujer pueda desear en esta vida, no es feliz. Aquejada de la más actual y desgraciadamente de moda enfermedad incurable, sabe que va a morir irremediablemente. En esas circunstancias conoce a Andrea, bella mujer también, propietaria de una tienda de antigüedades en Mónaco, con la que entabla una extraña amistad y a la que pretende dejar como sucesora en su hogar. Pero todo, precisamente por extraño, se complica y el relato es la confesión de Andrea, que declara haber asesinado a Palmira.