Solo remarcando sus rasgos más feos y desluciendo su aspecto, consiguen los habitantes de Sombra pasar inadvertidos y salvarse de ser apresados y conducidos al Castillo. Y es que el Señor del Castillo es un ser ávido de belleza, que deja fuera de su reducto todo lo desagradable y vulgar. Pero Miaja, una niña que aún cree en los sueños, no se resigna y por las noches peina y perfuma su hermosa melena negra, aunque de día la esconde bajo una caperuza. Sin embargo, una jornada de mercado un soldado descubre su secreto y la lleva por la fuerza al Castillo. Nulo, el mejor amigo de Miaja, logra despertar de la indolencia a su padre -y con él a todo el pueblo- y juntos suben al Castillo y rescatan a la niña. El Señor del Castillo desaparece y los aldeanos toman el camino de la libertad.