En este libro se puede encontrar un itinerario altísimo, fino y delicado que nos lleva, casi sin querer, como por connaturalidad, a la contemplación de Dios. Eso es por sí solo un motivo para su lectura y reflexión. Es como si con sus escritos el que escribe nos dijera: «Quiero vivir a la altura de mi deseo infinito». Pero la persona que viene al mundo normalmente llega con los grandes interrogantes de la existencia: se pregunta de dónde viene, tiene la dificultad de saber por qué se muere, por qué hay tanto dolor, qué quiere decir tener amigos, saber acerca de la verdad y la mentira, acerca del bien y del mal ¿Habrá algo que resista el paso del tiempo? ¿Algo capaz de vencer y salvar a este mundo y sus hombres sometidos a la muerte, el dolor y el paso del tiempo? Aquí se descubre audaz. En un mundo como el nuestro, donde se pone en duda toda verdad dogmática, toda relación con lo trascendente, D. José Luis nos ofrece un manual que, en plena conexión con la tradición de la lex orandi y la lex credendi, nos lleva a la adoración y a la celebración de un Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Trinidad que nos habita y hace de nosotros templos vivos para su gloria y alabanza.