Oro y estiércol reúne una selección de textos traducidos por primera vez al castellano en torno a la retablística, el barroco y la forestalidad. El autor no cree posible el culto a una imagen tallada en madera sin venerar al árbol que la encarna. Y es así como nace este libro de escritura arbórea en que la palabra y la madera se suplantan constantemente. El nacimiento sucede en el intersticio que implica todo encuentro, el del sujeto y el árbol, el del sujeto y el retablo recubierto con el oro que vistió la madera y que nos alerta acerca de su encarnación.
No es este un estudio sobre retablística. Es un ejercicio de escritura en el que, del mismo modo que la madera encarna la imagen, la palabra encarna al bosque que está «detrás» del retablo. El autor dice que el libro gira fértil y exhausto a la vez sobre estas dos certezas y es que, en efecto, la exuberancia y la extremosidad de la palabra lo caracterizan. Pero se trata de palabras «rumiadas», como quería san Bernardo que sucediera en la meditación. Nos encontramos ante un ensayo en el sentido etimológico de «acto de sopesar» en el que se mide el valor de la palabra: no es un retablo, no es un bosque, sino un libro, aunque estas tres realidades se encuentran en una relación de perfecta equivalencia. El lector paseará entre los árboles de un bosque, entre las molduras doradas de los retablos y entre las palabras que dan nueva vida a bosques y retablos.